¿Te has preguntado alguna vez por qué reciclamos los mismos problemas en la iglesia año tras año? Relaciones rotas, conflictos sin resolver, incapacidad para decir la verdad, fingir que las cosas están bien porque nos preocupa ser amables. Semana tras semana escuchamos sermones sobre amar mejor, pero pequeños cambios en la vida de las personas. Y como amar a los demás y amar a Dios no puede separarse, también crecerá en sus relaciones personales de primera mano con Jesús al incorporar la quietud, el silencio y las Escrituras como ritmos de la vida diaria.